El lugar encanta por el cuidado que tienen, las dueñas piensan en cada detalle. Es lo más. La decoración, medio típica de casa de abuelas en Brasil, es muy linda también.


Los cafés en Brasil suelen tener muchos colores, y en su mayoría, mucho espacio. Podés ver en la foto:


He probado ahí la ensalada de frutas con yogur natural hecho ahí mismo, que era bastante rico.


Me acuerdo muy bien de ese postre que llevaba chocolate, más chocolate y más chocolate.



Pero la especialidad de la casa es el petit gateau de dulce de leche con helado de guayaba. Era muy rico y te lo hacen en el momento, tarda un poco en venir pero vale la pena esperar.



La onda es medio porteña: no es tan grande y hay flores en botellas, un amor.


Todo lo que probé ahí es demasiado rico, pero las cookies, son simples - enamoran. No te las pruebe sino vas a querer llevarlas de vuelta. Empecé ahí con un té helado.




Y para cerrar: Amor e Flor. Una casa escondida con una florería adentro. No escuchás nada ahí, sólo los pájaros.


Porto Alegre tiene mucho verde, y esa casa como que representa re bien la ciudad. Llena de boemia también.


Bueno, me duermo acá.


Probé un risotto delicioso de carne por R$ 20 reales, sí! Y me fui a dormir.